Los enclaves históricos de Tajo Internacional en su parte portuguesa

La parte portuguesa del Parque Tajo Internacional tiene ciudades y aldeas históricas muy interesantes y que merecen una visita. En la zona de Portugal Centro, pertenecen al parque las parroquias que forman parte de Penamacor, Idanha-a-Nova, Castelo Branco y Vila Velha de Rodão donde destacan tres aldeas históricas de Monsanto, Penha Garcia e Indanha-a-Velha.

En la zona del Parque ya dentro del Alentejo portugués encontramos enclaves llenos de magia a lo largo de toda la Sierra de San Mamede: Castelo de Vide, Marvão, Portalegre, Gavião o Nisa. Os hacemos una pequeña guía por los enclaves más interesantes.

Castelo Branco

Castelo Branco

Su nombre literalmente significa castillo blanco. La fundación de la ciudad se atribuye a los Caballeros del Temple, que levantaron el castillo y las murallas entre 1214 y 1230. Con el rey D. Manuel, Castelo Branco recibió una nueva carta foral y vio crecer tanto su población como el casco urbano de la ciudad. Aún hoy las callejuelas exhiben, orgullosas, casas del siglo XVI con puertas y ventanas decoradas, símbolos de la riqueza de los comerciantes que vivían en ellas. En los años siguientes, Castelo Branco recibió de la Corona el título de villa notable y asistió a la construcción de dos importantes iglesias cuya riqueza merece una visita con tiempo: la Misericórdia y la Iglesia de São Miguel, actual Sé (Catedral). Más adelante, D. Nuno de Noronha mandó construir el suntuoso edificio del Paço Episcopal, símbolo de la urbanidad y de la importancia que, por aquel entonces, tenía la villa a nivel nacional.

Marvão

Entre Castelo de Vide y Portalegre, a pocos kilómetros de España, encontramos el tranquilo pueblo de Marvão, en el punto más alto de la Sierra de São Mamede. Geográficamente, Marvão es un punto de defensa estratégico natural, marcado por laderas muy accidentadas a norte, sur y oeste, y con acceso a pie únicamente por el lado este, hacia el que ha crecido la población.

Dentro de las murallas, se revela un bonito conjunto de arquitectura popular alentejana. En las estrechas calles de Marvão, se descubren fácilmente arcos góticos, ventanas manuelinas, balcones de hierro forjado embelleciendo las casas y otros detalles de interés en rincones caracterizados por el granito local. Entre el patrimonio edificado, además del castillo y de las murallas que difícilmente se olvidan, destaca la Iglesia de Santa María, transformada en Museo Municipal, la Iglesia de Santiago, la Capilla renacentista del Espíritu Santo y el Convento de Nuestra Señora de la Estrela, fuera de las murallas. Uno de los principales motivos para visitar el pueblo es la bella vista sobre la región.

Puente de Segura

Segura. Fortaleza y puente

La freguesía de Segura pertenece al concelho de Idanha-a-Nova. La historia presenta a Segura como una fortaleza fronteriza. De hecho, el pueblo adquiere su verdadera expresión tras la construcción del puente de Segura, definiéndose como guardián del paso. Fue villa y cabeza de municipio entre 1510 y 1836, cuando fue anexionada al municipio de Salvaterra do Extremo. Tiene afinidades arquitectónicas con España, que se dejan ver en sus discretas casas, casi siempre blancas y con barandillas de hierro forjado punteando los balcones y las ventanas.

La Igreja Matriz es una antigua iglesia cuyas recientes intervenciones han mantenido elementos del programa de construcción del siglo XVIII. Desde aquí se puede ver el casco urbano de Segura, definido entre dos cimas, la de la Rua do outeiro y el castillo, más alto y lejano, el emplazamiento de la fortaleza medieval que diseñó Duarte d’ Armas. En el extremo opuesto de la aldea se encuentra la Igreja da Misericórdia (Iglesia de la Misericordia), cuya existencia se conoce desde principios del siglo XVII, que destaca por su pórtico y su campanario, siendo un espacio privilegiado en el contexto de las celebraciones del ciclo de la Semana Santa en la aldea.

Del patrimonio natural destacan antiguos senderos que nos conducen al río Erges y a los macizos muros de las presas, que unen molinos y riberas y una zona protegida del Parque do Tejo Internacional. Es entre dos unidades de molienda, Azenha do Roque y Moinho das Freiras, que el Erges fluye en una garganta, las fragas, configurando uno de los motivos de mayor interés paisajístico y geológico de la región.

Idanha-a-Velha

Idanha-a-Nova o Idanha-a-Velha

Idanha-a-Velha es una aldea histórica, ubicada en un valle repleto de granjas y olivares. Esta aldea fue una próspera ciudad fundada por los romanos con el nombre de Igaeditanorum, la cual llegó a alcanzar una sede episcopal. Su recinto medieval amurallado data de los siglos III-IV. Las murallas romanas aún definen este pueblo, que alcanzó su máximo esplendor con los visigodos, cuando era conocida como Egitania, quienes construyeron una catedral y convirtieron a Idanha en capital de la región. En el centro del pueblo se encuentran la iglesia matriz (Antigua Misericordia del siglo XVI) y la picota manuelina. Al sur se encuentra la ex-catedral visigótica, que a pesar de haber recibido numerosas reconstrucciones aún conserva la característica estructura de tres naves divididas por arcos de herradura. Merece la pena visitar el Museo Epigráfico, donde se apiñan más de doscientas lápidas con inscripciones latinas procedentes de la zona; el Lagar de Varas, con su sorprendente presa de aceite de oliva tradicional; y el Castillo de Idanha-a-Velha, también conocido como Torre dos Templários.

Monsanto

Monsanto

Esta aldea que se eleva sobre las llanuras de sus alrededores, ofrece un escenario perfecto para pasear por sus abruptas calles empedradas, las cuales se presentan flanqueadas por casas de piedra en armonía con el paisaje rocoso que las rodea.

La aldea de Monsanto ha sido muy protegida contra la modernización desde que en 1938 ganó un concurso nacional por ser la aldea “más portuguesa” del país. Algunas de sus casas son sorprendentemente ricas, y cuentan con entradas manuelinas y con blasones de piedra. Se trata de un pueblo algo apartado, cuyo atractivo es precisamente el aislamiento, el cual se aprecia plenamente en los caminos de pastores que suben del pueblo hasta el Castillo de Monsanto (siglo XIII), abandonado en la cima de la montaña, desde cuyos muros se contemplan impresionantes vistas en todas direcciones. En los alrededores de esta localidad, ya en la frontera, se encuentran las famosas Termas Romanas de Monfotinho.

Cultura Sefardí

Castelo de Vide

Castelo de Vide es uno de esos sitios mágicos que te encuentras sin esperarlo en la frontera entre España y Portugal. No puedes perderte el castillo y a la aldea que se cobija en él desde hace varios siglos junto a otros tesoros sefardíes. Ahora es cuando vas a descubrir esas típicas calles de casas encaladas y puertas de arco ojival. La calle es empinada, sí, pero cuando llegues al castillo vas a ver que ha merecido la pena el esfuerzo. Lo que te vas a encontrar es una fortaleza con un pueblo dentro, todo un laberinto con callejuelas engalanadas con flores, que hacen que el lugar tenga un aroma de lo más agradable. Cabe mencionar que este entorno tiene numerosos galardones por su limpieza y por sus calles floreadas.

Penamacor

Penamacor

La villa de Penamacor, en el distrito de Castelo Branco, se asienta en un alto, a 588 metros de altitud, entre las sierras de Malcata y de Gardunha, en la margen sur del río Pônsul. Su territorio fue ocupado por túrdulos, romanos, godos y musulmanas hasta que tras su conquista, recibió carta foral de D. Sancho I, en 1.209. Dom Gualdin Páis maestre de la Orden de los Templarios, fortificó la población en el siglo XII, dotándola de murallas y castillo, desempeñando esta un papel importante en la defensa de la frontera desde los inicios de Portugal.

Además de su patrimonio cultural e histórico, como la Iglesia Matriz y la de la Missericordia, el castillo y la torre de vigía, Penamacor ofrece óptimas condiciones para la práctica de la pesca y otros deportes acuáticos, tanto en el embalse de Meimoa como en el río Baságueda.